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Apia, la joya oculta que combina historia, cultura y paisajes únicos

En pleno corazón del océano Pacífico, sobre la costa norte de la isla de Upolu, se encuentra Apia, la capital de Samoa y su única ciudad propiamente dicha. Este destino guarda un encanto singular: es el alma del país, el centro de su historia, cultura, vida cotidiana y, a la vez, un punto de partida ideal para descubrir los tesoros naturales y humanos de este paraíso oceánico.
Con poco más de 35 mil habitantes, esta ciudad combina raíces polinesias con toques de influencia extranjera, herencia de su pasado colonial.
Aquí, la tradición se mantiene viva: desde las casas típicas llamadas fales, que aún se ven en los alrededores, hasta el respeto por la vida comunitaria y religiosa, que estructura gran parte de la vida diaria. No es raro ver las calles calmas los domingos al mediodía, mientras las iglesias se llenan de música y los samoanos celebran su fe y cultura.
Apia ha sido testigo de momentos históricos que dejaron huella. Uno de los más recordados ocurrió a fines del siglo XIX, cuando un feroz tifón arrasó el puerto y hundió seis buques de guerra, salvándose apenas uno. Más adelante, durante la Segunda Guerra Mundial, la presencia de los Marines estadounidenses dejó infraestructuras que aún hoy se utilizan. Pero uno de los vínculos más entrañables de la ciudad es con el escritor escocés Robert Louis Stevenson, autor de La isla del tesoro, quien eligió pasar sus últimos días aquí. Su antigua residencia, Vailima, es hoy un museo, y sus restos descansan en el Monte Vaea, al que se puede llegar tras una caminata con vistas panorámicas.
El entorno natural de Apia es tan atractivo como su historia. Rodeada por suelos volcánicos fértiles, la vegetación es abundante y vibrante, aunque también vulnerable a la erosión y a los efectos de la deforestación. A pocos kilómetros del centro, los viajeros pueden descubrir maravillas como las cascadas Fuipisia, ideales para una escapada de medio día, o adentrarse en el Parque Nacional O Le Pupu Pue, que protege áreas de selva y especies nativas.
En cuanto a la vida urbana, Apia es también el motor económico del país. Su puerto es el más importante, y desde allí se exportan productos como coco y frutas tropicales. En los últimos años, el turismo ha tomado fuerza, junto con algunas industrias como la manufactura eléctrica. Sin embargo, no todo es color de rosa: la contaminación en las lagunas cercanas preocupa a la comunidad local y pone en evidencia la necesidad de una mejor gestión ambiental.
Los visitantes encontrarán en Apia una mezcla encantadora entre lo moderno y lo tradicional. Desde alojarse en el histórico hotel Aggie Gray’s, con su aire colonial, hasta compartir un partido de krikiti, el cricket samoano, todo invita a vivir una experiencia auténtica. Y claro, no se puede dejar de probar la gastronomía local, donde platos como la «samoan pizza» —con jamón y huevo— sorprenden por su originalidad.
Apia es un destino que no necesita grandes pretensiones para enamorar. Con su ritmo pausado, sus paisajes verdes y su gente amable, ofrece un viaje distinto: uno que conecta con la naturaleza, la historia y las tradiciones más profundas de Samoa. Si estás buscando salir de lo convencional y descubrir una cultura vibrante en un rincón poco explorado del mundo, este es tu lugar. La mejor época para visitarla es entre mayo y octubre, cuando el clima es más seco y agradable.
