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Diez destinos poco explorados que invitan a viajar de manera sostenible

Ciudades saturadas, experiencias deslucidas y comunidades locales que ven alteradas. Frente a esta tendencia, surge una alternativa fascinante: descubrir lugares poco conocidos, auténticos y sostenibles, donde la naturaleza y la cultura siguen intactas.
Aventura en estado puro
En Costa Rica, la Península de Osa es un secreto bien guardado. Lejos de los circuitos convencionales, exige combinar distintos transportes para llegar, lo que refuerza su aire remoto. La recompensa es mayúscula: selvas, manglares y playas vírgenes que concentran más del 2 % de la biodiversidad mundial. Ballenas, perezosos, tapires y aves exóticas son apenas una parte de su encanto, ideal para los amantes del ecoturismo.
Un Mediterráneo diferente
Quienes buscan la Costa Azul francesa sin el bullicio de Cannes o Saint-Tropez, encuentran en Carry-le-Rouet un rincón de autenticidad. Con calas tranquilas, playas limpias y una gastronomía que gira en torno a los mariscos frescos, este pueblo cercano a Marsella invita a disfrutar de un Mediterráneo más relajado y accesible.
Naturaleza al límite
En Estados Unidos, el Paso de Tioga abre una puerta alternativa al famoso Yosemite. Solo accesible en verano, este cruce de la Sierra Nevada revela lagos de altura, praderas alpinas y vistas inéditas como las de Olmsted Point. Perfecto para quienes buscan un Yosemite distinto, sin multitudes.
Encanto cafetero
En Colombia, Filandia ofrece todo el colorido y la calidez de la región cafetera, pero sin la masificación de su vecina Salento. Sus balcones pintados, su mirador panorámico y su gastronomía —con restaurantes de autor que sorprenden— la convierten en una joya escondida para quienes aman la cultura cafetera.
Entre montañas y mares
En las Seychelles, más allá de las postales de playas paradisíacas, el Parque Nacional Morne Seychelles protege bosques vírgenes y fauna endémica. Senderos exigentes pero gratificantes llevan a cascadas escondidas y miradores con vistas al océano Índico. Una experiencia de naturaleza pura, lejos del turismo tradicional de sol y playa.
Un viaje por el Cáucaso
La Carretera Militar Georgiana recorre 210 kilómetros entre Tiflis y Kazbegi, con paisajes imponentes del Cáucaso. Cementerios de autos soviéticos, esculturas al aire libre y pueblos de montaña marcan el recorrido. Una ruta escénica para quienes disfrutan de la mezcla entre historia, cultura y aventura.
Japón sin multitudes
En Ishikawa, Japón revela una cara menos conocida: jardines zen como Kenroku-en, el castillo de Kanazawa y las casas de té evocan el Japón feudal. La península de Noto sorprende con terrazas de arroz iluminadas, mientras los ryokanes tradicionales ofrecen baños termales y clases de cocina. Una experiencia serena y cultural, alejada de Tokio o Kioto.
Los Balcanes con personalidad
Skopje, en Macedonia del Norte, combina lo moderno con lo histórico. Monumentos recientes conviven con el Old Bazaar, un mercado que conserva siglos de tradición. Su gastronomía, marcada por platos como el Tavče gravče, completa una experiencia única en una capital poco frecuentada por el turismo internacional.
Vida nómada en Mongolia
El país de las estepas infinitas invita a sumergirse en su cultura nómada. Dormir en gers tradicionales bajo un cielo estrellado, compartir momentos con pastores y recorrer el Parque Nacional Gorkhi Terelj son experiencias que conectan con lo esencial. Hoy, gracias a nuevas infraestructuras, Mongolia es más accesible que nunca.
Un paraíso volcánico
Por último, las Azores en Portugal despliegan nueve islas volcánicas rodeadas de verde y mar. Ballenas, delfines, aguas termales y paisajes cambiantes cada día invitan a un turismo pausado, donde la naturaleza marca el ritmo. Un destino perfecto para quienes buscan reconectar con lo simple.
