Imaginá caminar entre montañas que se funden con el mar, encontrar ruinas milenarias casi escondidas entre los árboles y detenerte en calas desiertas donde el agua turquesa parece salida de una postal.
Así es la Vía Licia, una caminata de 500 kilómetros en el suroeste de Turquía que está conquistando a los viajeros más curiosos del mundo y que, quizás, vos también deberías tener en tu radar.

Esta ruta recorre la llamada “costa turquesa”, una franja costera entre las ciudades de Fethiye y Antalya, donde cada paso te acerca a un pasado lleno de misterios y a paisajes que quitan el aliento. Lejos de los complejos turísticos masivos, la Vía Licia invita a vivir una experiencia auténtica, entre playas escondidas, pueblos tradicionales y vestigios de antiguas civilizaciones.
Un viaje a través del tiempo y del paisaje
Lo que hace única a esta caminata no es solo su belleza natural, sino la combinación perfecta entre historia y naturaleza. A lo largo del sendero —que puede recorrerse por tramos o completo en unos 35 días— se encuentran ruinas impresionantes de ciudades antiguas, tumbas talladas en la roca y restos arqueológicos que hablan de culturas tan diversas como la licia, la romana, la bizantina y la otomana.

La región fue hogar de los licios, un pueblo de fuerte identidad que aparece mencionado incluso en la Ilíada de Homero. Durante siglos, Licia mantuvo una organización política singular, casi federal, que agrupaba ciudades como Xanthos, Patara o Tlos. Hoy, sus restos aún pueden visitarse, en lo que se siente como una auténtica arqueología a cielo abierto.
Y mientras el pasado aparece ante tus ojos, el paisaje no se queda atrás. Desde el impresionante cañón de Saklikent, ideal para una aventura en rafting, hasta las playas de Patara o la ciudad sumergida de Kekova, cada día de caminata ofrece nuevas sorpresas. El sendero transcurre entre acantilados, bosques de pinos y caminos que se asoman al Mediterráneo, combinando mar y montaña en una postal cambiante que nunca aburre.

Aventura, descanso y un ritmo a tu medida
La Vía Licia fue trazada en los años 90 por la británica Kate Clow, quien rescató antiguos caminos comerciales y los convirtió en esta travesía única. Hoy, está señalizada con marcas rojas y blancas, lo que permite orientarse fácilmente sin necesidad de guía. Además, la ruta se adapta a todos los perfiles: hay quienes eligen acampar bajo las estrellas, y otros prefieren alojarse en pensiones familiares o pequeños hoteles que conservan el encanto local.

¿Querés pedalear en vez de caminar? También es posible. Hay variantes adaptadas para bicicletas y para quienes buscan combinar senderismo con otras actividades al aire libre. En temporada alta, incluso es común ver parapentes y alas delta surcando el cielo: otra forma de explorar esta tierra desde otra perspectiva.
¿Cuándo ir? ¿Y por qué deberías?
Aunque se puede recorrer en cualquier momento del año, la primavera y el otoño son las estaciones más recomendables. Las temperaturas son agradables, hay menos turistas y los colores de la naturaleza están en su punto justo. El verano es más caluroso, pero también más animado: ideal si te gusta combinar caminatas con un poco de vida local.
La Vía Licia no es solo un destino, es una experiencia transformadora. Es historia, es paisaje, es aventura, pero también es una pausa. Un espacio para caminar a tu ritmo, conectarte con algo más grande, y descubrir rincones que no aparecen en las postales tradicionales.
Si alguna vez soñaste con perderte por caminos antiguos frente al mar, esta puede ser tu próxima gran aventura. ¿Te animás a imaginarte ahí?